lunes, 23 de agosto de 2010

¡Las vacaciones!

Ya estamos de vuelta! Después de una semana de trajín por Portugal desde el Algarve hasta Lisboa, hemos aterrizado en Madrid muertos de ir con el coche pa arriba y pa abajo y yo en concreto con los pies curiosamente marcados por la línea blanca donde mis Hawaianas “cubrían” el pie, de tomar el sol “al trote” más que nada.

El viaje ha estado muy bien, descubriendo diferentes pueblecitos y playas de la costa y hartándome de comer pescado y “salada mista”, descansando un poquito con el arrullo de las olas del mar después de comer, y soportando las hordas de gente con muchas ganas de fiesta, griterío y alcohol que resultaron estar en el mismo hostal que nosotros en el completamente prescindible pueblo de Albufeira.

El hostal imagino que estaría bien hace 30 años, pero ahora mismo estaba decrépito, con una mano de pintura eso si, para darle una buena cara.

Nuestra habitación estaba en la planta de entrada, cosa positiva teniendo en cuenta que todo eran escaleras por doquier y que el ascensor era del año del pun y la única vez que lo usamos pensamos que íbamos a palmarla. Así que estar en el bajo no era tan malo después de todo. Si no fuera porque todos los osados que se atrevían a subir en el ascensor tenían que pasar por delante de nuestra puerta, y claro, como la gente está de vacaciones implica que el resto de la gente a su alrededor también está de vacaciones y dormir lo que es dormir, debe ser secundario porque fueran las 10 o las 3 de la mañana, dicha gentuza pasaba por los pasillos pegando gritos, cantando, chancleteando o lo que les viniera en gana. Yo porque no soy muy dada a sufrir brotes psicóticos y tampoco tenía un hacha a mano en ese momento... si no hubiese interpretado a Jack Nicholson en la escena de la foto a las mil maravillas!

Cuatro días con la misma tónica nocturna y por fin pudimos abandonar el “hotel del infierno” y poner rumbo a Lisboa, donde un futuro más halagüeño nos esperaba.

Después de comprobar que como en casa no se está en ningún sitio, (a menos que pases por el aro de pagar 200 la noche, y de ahí pa arriba), ¡de vuelta a Madrid!

Conclusión del viaje: playas preciosas, buena y abundante comida por cuatro duros, Lisboa es la ciudad perfecta para poner el trasero duro como una piedra entra tanta cuesta arriba y cuesta abajo mientras ves la ciudad (¡qué más se puede pedir!). ¡Ah! Se me olvidaba, los Pasteis de Nata es algo que nadie debería perderse, es más, si alguien conoce algo parecido en Madrid, por favor que me diga donde!!


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