martes, 31 de marzo de 2009

Tuberías y atascos varios.

Creo recordar que en una de las últimas entradas, (o en varias), alardeaba de las ventajas de estar viviendo en el centro de Londres, etc, etc, etc. Bueno, pues retiro todo lo dicho con anterioridad, porque precisamente por lo antiguas que son las casas en el centro de Londres por norma general, y por consiguiente, el tamaño de sus tuberías, que debe ser como el diámetro de un cacahuete, yo ahora tengo un atasco en el baño que me impide usar la ducha, el lavabo, y lo mejor de todo, el váter.

Estas cosas son como el anuncio de Ono, o no me acuerdo de quien, da igual, el caso es que el tío abre el grifo y sale agua, y nunca nos preguntamos a cerca del mecanismo en cuestión, el caso es que tu vas al grifo y cuando lo abres, das por hecho que va a salir agua, y cuando sale el agua también das por hecho que va a irse por el sumidero y desaparecer tan pronto como ha salido... pero no das por hecho que se va a quedar ahí, y que tu no puedes hacer nada para que se vaya. Y cuando digo agua, también me refiero a otras sustancias.

Total, que anoche vino un fontanero "de urgencia", para verlo, poner cara de asco y decirme que esto no lo podían solucionar hasta mañana. O sea, hoy. Hoy, viene otro fontanero, pone exactamente la misma cara de asco al verse todo el pastel, y me viene a decir lo mismo, porque el problema, en este caso un tapón del tamaño de una aceituna, probablemente, está en las cañerías, no justo detrás del váter, del lavabo, o de la ducha. Con lo cual nos tienen que desmantelar media casa para cambiar las tuberías y poner unas de un tamaño normal, al menos del tamaño, no se, ¿de una ciruela, o un limón pequeño?, algo que pase de la categoría de fruto seco, por favor.

Así que para terminar hasta mayor novedad, recomiendo a todo aquel que pretenda mudarse al centro de Londres en particular, o a una casa de unos cuantos años en general, que lo mire todo con lupa, porque estas "sorpresitas" te dan ganas de quemar la casa desde los cimientos, con todas sus raquíticas tuberías incluídas.

domingo, 15 de marzo de 2009

Love Actually.

Estamos en el salón. Llevamos todo el día pintando la casa, y de vez en cuando nos asomamos a la ventana para cotillear un borracho dando patadas a un cubo de basura, el vagabundo que merodea por el barrio y se sienta en el banco de debajo de casa dando alaridos en contra el mundo, grupos de gente que viene de cenar y se hablan a gritos por el exceso de alcohol… y de repente hoy, Elvis Presley, I can´t help falling in love with you. Al principio pensaba que era un coche parado en el semáforo con la música demasiado alta, pero al seguir oyéndolo, añadiéndole gente coreando a Elvis, hemos decidido sacar la cabecita y ver que se cocía poco más abajo, y justo en frente de casa, un coche aparcado con la puerta abierta y la canción puesta a todo trapo, y fuera de él, un chico con cartulinas de colores en las manos mirando hacia la ventana del primero, en la ventana del primero una chica asomada mirando al chico del coche con las cartulinas en la mano. En TODAS las ventanas de los alrededores, incluyendo la nuestra claro, gente asomada, y bajo nuestra ventana, un grupo de 15 parejas “maduritas” bailando al son de la música y viendo en primera línea el espectáculo. ¡El chico se le estaba declarando! ¡Qué bonito! Casi se me saltan las lágrimas (a mi y a medio vecindario). Ahí estábamos todos esperando a ver que pasaba… y de repente la chica desaparece de la ventana – Uy! Irá a bajar ¿no?, porque claro, tendrá que bajar a ver al chico! – Y de repente se abre la puerta del portal y aparece la chica y se abraza al chico, mientras claro, la canción sigue sonando con su ritmillo lento y románticon…

Like a river flows surely to the sea

Darling so it goes

Some things are meant to be

Take my hand, take my whole life too

For I cant help falling in love with you”

Y no nos ha quedado otra a mi, a los maduritos de abajo, a todos los transeúntes que se han ido parando a ver que pasaba y a todos los demás vecinos que miraban desde sus ventanas, que ponernos a aplaudir, porque hasta ahora esto solo pasaba en “Love Actually”, ¡pero no en la acera de enfrente de mi casa!

sábado, 14 de marzo de 2009

Perdón por el retraso y la vergüenza ajena.

Esta entrada va de dos temas, porque aunque este blog no lo lea mucha gente (aún), me debo a mis fans y mis fieles, y debo pedir perdón por el retraso, pero tengo una buena excusa. Nos hemos mudado de casa, ¡Si! ¡Por fin!, así que hemos estado de IKEA a la ferretería, de la ferretería a comprar chuminaditas varias para la casa, de casa al IKEA otra vez, a pintar, a atornillar, a taladrar… vamos, que: uno, me he dado cuenta de que soy una manitas y me das un par de tirafondos y te hago una central nuclear. Y dos, ¡la de vocabulario en inglés que puedes aprender en una ferretería!

El caso es que después de mes y medio de reformas y manos de pintura, esto ya va tomando otro color, incluso el pequeño inquilino al que llamamos Jerry que se colaba por algún agujero en nuestra cocina por las noches, (sí, un ratón), parece que se ha cansado de visitarnos (¡menos mal!), o bien ha palmado por el veneno que acabamos por poner en media casa, aunque yo quiero pensar lo primero, que como mueva un día cualquier mueble y me lo encuentre ahí seco me va a dar algo.

Bueno, es el precio por vivir en el centro de Londres, que estás a un paso de todo y todo te pilla cerca, pero a los roedores también les pillas cerca tú. Bueno, tema “perdón por el retraso” cerrado.

Ahora viene lo bueno. Vuelo de vuelta desde Madrid el lunes tras un fin de semana agotador por todos los compromisos sociales que tuvimos (creo que no he tomado tantos cafés con gente distinta en toda mi vida), y es que al final 50 horas son lo que son, y por mucho que las queramos estirar no dan para más, pero las exprimimos al máximo. Vuelvo al tema que me voy por las ramas. Supongo que todo el mundo sabe que el Madrid jugó (y perdió) contra el Liverpool el martes, y se esperaba que numerosos hinchas del Madrid se plantaran en Liverpool para ver el partido y animar a su equipo, pero yo en particular no esperaba que 30 de ellos lo hicieran en el mismo avión que yo a las 7 de la mañana, con un sueño que pa qué.

A pesar de que yo soy bastante poco futbolera, y con esto quiero decir que el futbol realmente me la trae al pairo, respeto completamente la gente a la que si que le gusta, ¡para gustos los colores vamos!, e incluso, puedo hasta llegar a emocionarme con algún partido importante si me he tomado dos cervezas y no me ha quedado otra que ir a ver el partido, pero lo lo del avión ya pasó de castaño oscuro.

Nos metemos en el avión y el que debía ser el gracioso del grupo ya empezó a “ronear” a la azafata a voz en grito, por hacer la gracia delante del resto del grupo. La azafata le estaba hablando todo el rato en inglés, y yo creo que en realidad era española pero intentaba tener el mínimo de conversación con el energúmeno en cuestión. Yo le habría hablado en checoslovaco después de tirarle café hirviendo en los pantalones “accidentalmente”, pero por suerte para muchos, no todo el mundo piensa como yo.

Luego gracias a un antifaz para la luz, los tapones para los oídos, y que el asiento de al lado estaba libre y pude hacerme una bola entre éste y el mío, conseguí quedarme dormida y no despertarme hasta unos 20 minutos antes de aterrizar, cuando los alaridos de los 30 hinchas me despertaron al grito de “¡Arriba, arriba, arriba, arriba con ese balón, que Juanito la recoge, que Juanito la recoge y Santillana mete gol!”, y “¡Oe oe oe oe oe oe oe oe oe… hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual¡”, y similares… y yo pensaba… - si a mi me parece genial que la gente tenga ganas de celebrar un partido, que se van de viaje todos juntos, perfecto, pero ¡joder! ¡Yo he dormido 4 horas y tengo que estar aguantando a estos gañanes! -.

Después de esto los gritos desvariaron a “!Que bote que bote que bote mi cipote¡” y ya si que fue la auténtica vergüenza ajena. - ¿Donde se deja la gente los modales y la educación cuando se comporta así en un avión donde (recuerdo), no viajan los jugadores del Real Madrid, si no otros 80 pasajeros que no tienen por qué compartir tu afición a ningún deporte ni a ningún equipo? -.

Decidí correr un tupido velo al asunto pero me parecía digno de mención, y entre eso, y el pequeño percance que tuve con una simpatiquísima azafata de Ryanair a la que también me hubiera encantado tirarle café donde fuera, y casualmente llevaba uno en la mano en el momento en que “la tuve” con ella, he decidido que salvo que encuentre un vuelo de estos de 5 € tasas incluidas, no pienso volver a volar con Ryanair nunca más, ¡he dicho!